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"Que buen laburo que tenés ...!". "Vos si que tenés suerte eh! El mejor laburo del mundo!".

Esas son algunas de las frases más comunes con las que los clientes pescadores expresan sana envidia a sus guías. Desde afuera, es normal que se lo vea como al mejor trabajo del mundo. El que todo pescador desearía. Ya que el guía de pesca vive en el agua, en contacto con los peces y la naturaleza. El guía la pasa bien estando en el lugar en que todos quieren estar, y encima le pagan!!! Que mejor que eso. O no? Pero eso, es solo lo que se ve desde afuera. La punta del iceberg nada más. Bajo esa primera impresión, subyace un mundo completamente diferente, lleno de matices que una vez revelados, harán cambiar drásticamente de opinión al más entusiasta de los pescadores.

"MAYORDOMOS CON WADERS"

Me mudé de Buenos Aires a San Martín de los Andes hace ya, varios años. Y cuando llegué con mi mujer, no tenía bien claro de que iba a vivir. Me vine con mi cámara abajo el brazo a ver que onda. La verdad, no hubo mucha onda, solo algún laburito que otro para parar la olla. Nada más. Jamás pensé en ser guía de pesca como salida laboral. Hasta que me lo propusieron. Un amigo que se había venido antes para San Martín, quien ya tenía su empresa armada, me lo ofreció:"No querés guiar conmigo?" Esa fue la pregunta que inició todo este camino que he recorrido. Al principio dudé. No era lo que yo pretendía. Pero la necesidad hechó a patadas en el trasero a las dudas y acepté. Sin darme cuenta, había ingresado a un mundo muy particular, en el que el derecho de piso se paga sin chistar o te las tomás por donde viniste. Así de simple.

El ambiente de los guías de pesca es muy competitivo. No falta aquel, que está más atento al juego ajeno que al propio. Tan solo para darle "leña" cuando se equivoque o para mostrar que él sabe más. O cosas por el estilo. Si hay algo muy común en este ambiente, es hablar mal de otros colegas, muchas veces sin fundamento, y lo peor, tantas otras, sin conocerlos.Yo mismo me encontré haciendo eso más de una vez, es decir hablando mal de algún guía que no conocía, o subiéndome a la moto de otro, sin motivo. Hasta que me di cuenta de lo que estaba haciendo y no me gustó nada verme en ese papel. Por eso decidí que lo mejor era conocerlos primero, antes que hablar. Así fue que me acerqué a muchos de ellos y con algunos, no solo comprobé que no eran lo que me habían dicho, sino que me ofrecieron sus conocimientos desinteresadamente. De algunos terminé amigos. De otros... Bueno... Confirmé lo que me habían contado que eran. De modo que, para el guía novato, es difícil abstraerse de todo eso. A veces uno se hace eco de lo que otro dice, tan solo para que le den un pequeño espacio y poder se aceptado. Pero no por estar convencido de tal cosa.

La idea que yo tenía de guiar, no distaba mucho de la que en realidad todos, en mayor o menor medida tienen: llevar un tipo a un lugar de los buenos, decirle que mosca poner y donde tirar. Listo. A disfrutar de lo que más me gusta. Lo que más me gusta?...Qué es lo que más me gusta?...Esas preguntas al poco tiempo empezaron a martillarme la cabeza de manera progresiva. En realidad no es difícil de responder: lo que más me gusta es pescar. Pero guiar no es pescar. Definitivamente. El guía no pesca. Asiste a un pescador para que lo haga. De modo que ya empezamos mal. Guiar es una cosa completamente diferente. Nada que ver. Pero me dije: no debe ser tan complicado después de todo. Así que, de todas maneras confirmé mi decisión inicial de ser guía de pesca. A decir verdad, no tenía muchas alternativas..

Cuando un pescador amigo, me insiste en que guiar debe ser el mejor laburo del mundo, yo le respondo con lo siguiente. Le digo: Qué es lo que más te gusta hacer a vos? Pescar cierto?, la respuesta es inmediata. Pues bien, imaginá que yo te pago por pescar. Pero ojo, como te estoy pagando, yo pongo las condiciones. Así que vas a pescar todos los días que yo diga, con frio, calor, viento, y además, acompañado por personas que no conocés, a lugares que yo designe. Así, 100 días, 12 horas por día, entre diciembre y marzo. Y después de un par de temporadas, me contás. En casi todos los casos, al menos se quedan reflexionando al respecto.  Una vez cumplimentados lo requisitos legales que pide la provincia de Neuquén y Prefectura Naval, ya tenía mi carnet habilitante y arranqué.Por supuesto me enseñaron a remar un río de montaña, lo cual debo decir, es muy divertido.Casi el 90% de las salidas que hice, fueron bajando un río, flotando en una balsa.Van dos pescadores por balsa. Uno adelante, otro atrás y el guía en el medio.

idiota (los menos), me fui cansando. Me canse de todo eso. Más allá de haberme enriquecido de manera superlativa, tanto en lo humano como lo profesional (no en lo económico), terminé por agotarme. Y aunque me tomó varias temporadas poder elaborar la decisión de dejar, finalmente lo logré. Se que muchos guías en toda la Patagonia viven honradamente de este trabajo. Pero que también están agotados por lo absorbente e intenso que suele ser si nos lo tomamos como medio de vida. Esta nota no pretende denostar la actividad en absoluto. Solo dar a conocer desde mi particular experiencia, aspectos que están ocultos a la vista de los pescadores y la gente que no pertenece a este mundillo. Es más, creo que en un punto, aunque desnuda las miserias, destaca las virtudes y pretende valorar el trabajo de aquellos que verdaderamente sienten que guiar es un trabajo como cualquier otro y se sienten orgullosos de hacerlo.

 

PD: "Clavá, clavá, la put...que te parió!!!"

 

 

Pablo Saracco

 

 

 

Mi primera guiada oficial fue en el Caleufu a principios de temporada. Llevé una sola persona aquella vez, y mi pescador jamás supo que era mi debut. El susto que yo tenía ese día, era monumental. El Caleufu venía como un demonio y lo último que yo tenía en mente era que el tipo saque un pescado del agua. Mi única preocupación era que lleguemos los dos a salvo a la salida. Al cabo de dos días interminables, el viejo puente roto aparecía a lo lejos, y para mi, no era otra cosa que el indicativo de que mi bautismo como guía de pesca había concluido exitosamente. Llegamos vivos!

A partir de ahí, comencé a trabajar intensamente, una temporada tras otra. El balance es muy ambiguo. Hubo cosas buenas y malas. Dentro de las buenas, primero que nada me permitió resolver el tema económico. Luego, incorporar conocimientos que ni en dos vidas de pescador de trucha hubiera podido asimilar. Conozco cada metro de río de esta zona. Veo cosas que antes no veía, y que solo se revelan a los ojos de un guía. Perfeccioné mi inglés, conocí mucha gente de todo el mundo sin tener que viajar, hice amigos, vi la cara de alegría de tantos pescadores, y mucho mas. Pero también entendí por experiencia propia, que guiar no es ni por asomo lo que yo pensaba. Y a partir de allí, es cuando empiezo a descubrir que no todo lo que reluce es oro. Más de un colega me va a odiar cuando lea esto, pero también sé que muchos, comparten mi sentimiento porque he hablado de estas cosas con la mayoría de ellos en más de una ocasión. Muchos de nosotros en algún momento nos sentimos "diferentes" por el hecho de ser guías. Como si ser guía nos dotara de cualidades especiales, que nos diferencian del resto de los mortales. 

Aunque el trabajo de guía de pesca, implica un esfuerzo físico significativo, que equivale a levantarse muy temprano y acostarse muy tarde; trabajar durante muchos días corridos sin descanso; mover cosas pesadas; remar durante horas y horas; bancarse todo tipo de clima; etc. no es eso lo que en verdad mas agota. Lo más difícil de sobrellevar es el aspecto mental. Es entonces, cuando uno se da cuenta que la tarea del guía, no es solo llevar al pescador, darle la mosca, decirle donde tirar, y esperar que el pescador haga el resto. Casi nunca es de esa manera. Si yo como guía, solo me limito a darle la mosca, y decirle donde tirar, puedo decir sin temor que el 90% de los pescadores, no toca una trucha buena en todo el día. El guía de pesca está al completo servicio del pescador. Una especie de caddie. No solo en lo que refiere a la pesca en sí misma, sino en la seguridad y en aspectos complementarios como poner la mesa, servir la comida, llenar la copa de vino, ayudarlo a caminar si es que tiene dificultades, acercarle algo, ser amable y cordial todo el tiempo, etc. Así que, creo que ser guía de pesca no dista mucho de lo que puede ser una azafata o un mayordomo muy bien pagos. Ambos lucen bien, son elegantes, hablan idiomas, ganan bastante bien, pero no son otra cosa que sirvientes de lujo. Eso es un guía. No hay nada de malo en eso. Pero ni los caros waders ni la "coqueta" camisa y la canchera gorrita deben hacernos creer otra cosa. Estamos pa' lo que guste mandar. Y haceme pescar eh!

"Sin darme cuenta, había ingresado a un mundo muy particular, en el que el derecho de piso se paga sin chistar o te las tomás por donde viniste." 

En general (y ahora me van a odiar los pescadores) los fishermen, llegan a nuestras manos, con las expectativas por las nubes (con toda lógica), pero sus capacidades y habilidades, en la mayoría de los casos, en el sótano. No reniego por eso. Es normal que suceda. El pescador no tiene por que ser un experto. Pero si tiene que ser consciente de sus limitaciones. Y como eso no sucede casi nunca, el guía tiene que equilibrar esos dos factores con mucho tacto y delicadeza, para no ofender y para que el pescador no se frustre. 

El cliente debe saber que, no siempre alcanza con pagarle a un guía y que te lleve a un lugar bueno.Y además, el guía siempre tratará que el cliente sea consciente de sus verdaderas posibilidades, ni más ni menos que para cubrirse las espaldas. Porque como ocurre muchas veces, si el cliente no pescó del todo bien, el primer reclamo va instintivamente hacia el guía. Frases dirigidas irónicamente al guía, tales como: "No pensé que iba a estar tan duro el Chime Pablito!", bien podrían ser replicadas a su vez, con un: "Lo que estaba duro eras vos, no el Chime!". De esas, hay muchas para contar. Como también, para ser justos, pescadores que están dispuestos a aprender y jamás reclaman ni se quejan.

Así quedé después de 10 años de guiar!...

(es joda!)

 

 

 

 

 

El guía debe enseñar y corregir todo lo que su cliente hace mal. Así que además de guiar, también es un instructor de tiempo completo. Por eso es que con guiar solamente no alcanza. Si no enseñamos y corregimos todo el tiempo, el cliente tiene chances muy bajas de pescar algo bueno. Tengamos en cuenta que hoy en día, el pescador promedio, invierte muy pocas horas en el agua. Casi nada. Mucha teoría, pero poca práctica. Y a pescar se aprende, yendo a pescar. De modo que si no contratan un guía, la mayoría de ellos está en el horno, o al menos va a tardar mucho en aprender lo que necesita para lograrlo solo, y le va a costar mucho hacer contacto con una trucha grande. 

Y más aún teniendo en cuenta que la calidad de la pesca se va degradando año a año y las truchas que van quedando y llegan a grandes, son cada vez mas educadas. El problema es que no siempre, aprender y pescar al mismo tiempo, son compatibles. Primero se aprende, después vemos si pescamos algo. Pero eso, es difícil de entender para el cliente. Así que hay que tratar de hacer las dos cosas. Como sea. No nos olvidemos que en el fondo, el pescador nos pagó para terminar el día con algunas buenas fotos de truchas en sus manos. Y esto me da pié para expresar otra cosa interesante: Al guía de pesca se le paga por un producto, que no puede asegurar a su cliente, que éste va a obtener. Sería en realidad correcto decir en cambio, que se paga por la "posibilidad" de pescar. Podría ser comparable a lo que sucede cuando uno contrata a un abogado. El abogado nunca puede prometer que va salir victorioso en su defensa. Lo intentará con todo lo que tiene. Pero no hay certezas. Solo posibilidades. Un técnico de fútbol, por ejemplo. Puede tener el plan de juego muy claro en su cabeza, pero si los jugadores que son los ejecutantes de dicho plan, no pueden concretarlo en la red, tarde o temprano quien paga los platos rotos es el técnico. Con esto no quiero decir que tanto un guía como un abogado o un entrenador, no puedan equivocarse o hacer las cosas mal. También es otra de las posibilidades.

"A los peces no se los puede sobornar. Y ahí es donde la soberbia humana se da de narices contra una pared." 

Pasa que en general, el pescador no por mala intención, sino justamente por no saber donde está parado con respecto a sus capacidades, si no se lo pone al corriente de ello, busca siempre las respuestas en "el afuera" (la mosca, el viento, el guía, la temperatura, la caña, la línea, el bote, etc.). Cuando en realidad las tiene que buscar en el reflejo que el espejo le devuelve. Ese espejo no es otro que el río, y el reflejo, él mismo. Un buen guía debe sugerir a su cliente que haga lo que es capaz de hacer, ni más ni menos. Si le pedimos que haga cosas que no puede o no están a su alcance, aunque éstas sean las indicadas, se va a frustrar. Hay que ponerlo en situaciones que pueda resolver, acorde a sus habilidades.

Como si nuestra condición de guía de pesca con mosca, nos diera el privilegio de pertenecer a una casta superior o una elite. Yo pase por distintas etapas. Primero el susto épico del comienzo. Superado eso, tomé confianza y empecé a soltarme. Aprendí entonces, a mirar el río en función de la pesca, y no tanto para evitar chocar contra árboles o piedras. Comencé a ocuparme más de los clientes, y a ver los resultados. Fui pagando el derecho de piso que te cobra el río y lo que es mucho peor, el que te hace pagar el ambiente de los guías. Una vez que superé esa etapa, me sentí parte de esa cofradía. Me aceptaron. Me comí un par de "bifes" de otros colegas que me acomodaron para que tenga bien clarito donde estaba parado y cuales eran las jerarquías. Pero finalmente ya me sentía uno de ellos. Y ahí fue donde me agrandé. Me dije: guarda, ahora si soy guía de pesca. Más tarde, empecé a darme cuenta de lo que en realidad era. A entender de a poco, que es ser en verdad un guía de pesca. Al menos un guía de pesca de truchas en la Patagonia. Y empecé a bajarme del caballo. O mejor, el caballo me tiró por los aires.

La famosa "presión" que todos los guías sufren, cuando la pesca o el pescador, (o ambos) no son buenos, viene por ahí. "Me pagaron, entonces tengo que hacerlo pescar" Pero entre el pescador y el guía hay un ser vivo que es un experto en supervivencia, y es quien tiene la última palabra. Y eso no se resuelve con dinero. A los peces no se los puede sobornar. Y ahí es donde la soberbia humana se da de narices contra una pared. El guía puede ser de los mejores, las moscas imitar a la perfección el alimento que las truchas están comiendo en ese momento, las condiciones la ideales, sin viento, etc. Pero si el pescador, quien es el que ejecuta la acción, no estira el líder, estamos fritos. He visto pescadores subir a mi bote, con los más caros equipamientos, y diciendo que pescan hace 30 años. A los pocos minutos de verlos pescar, me di cuenta que en esos 30 años, deben haber ido a pescar 10 días nomás. Cuando veía eso, sabía en el instante que iba a tener un día de "esos". Hubo algunos pescadores que no confiaban plenamente en mí, su guía. Eso es el principio de un rotundo fracaso en el día de pesca. Muchas veces he indicado que lancen su mosca a un lugar determinado. El pescador me mira descreído y me tira un: "ahí!? si no hay agua!". Yo le replico: "tirá ahí haceme caso!". Y solo cuando la trucha abre su boca sobre la mosca, empiezan a creer.

el pescador ni se entera. Eso sucede muchas veces aunque ustedes no lo crean. Muchísimas. No es para caerle al pescador que yo cuento esto. Sino para que entiendan la atención que tiene que tener el guía, al estar observando las dos moscas (no olviden que en un bote van dos pescadores) durante horas y horas. Tantas truchas que hoy adornan las paredes de las casas de los pescadores, se "las clavó" el guía. (Ahora muchos clientes deben estar sonriendo en este instante! )Eso, y decenas de cosas similares, con el correr de las temporadas, fueron horadando mi cabeza. Poco a poco. Hasta hacerme tomar la decisión de dejar la actividad. Aclaro que esto es un "rollo" del guía. Un tema mío. El pescador no tiene por qué bancarse a un tipo que está "limado". Por eso, antes de perder definitivamente la paciencia y empezar a tratar mal a la gente, sentí que era el momento de dejar. Un guía que está "quemado" no le sirve al cliente. En un punto, sentí también, que ser guía no era la manera que yo deseaba, para relacionarme con la pesca con mosca.

Algo que para muchos puede resultar increíble y por otro lado es tan común para todos lo guías, es tener que "cantar" los piques sobre una mosca seca. (muchos colegas que estén leyendo esto estarán sonriendo en este mismo instante!)Y no hablo de secas microscópicas. Me refiero a una situación, en la que va derivando una Stimulator en #10, a 7 metros del bote. La trucha en cámara lenta abre la boca y como si estuviera bostezando se come la mosca y nos guiña un ojo. Si yo no grito "clavá, clavá!" la trucha se saca la mosca de la boca, la mira, decide que no es alimento, la suelta y 

Yo empecé a guiar en la temporada 2005/2006. Llevo hasta la fecha 9 temporadas trabajando.Me comprometí con esta actividad siempre al máximo, en el río y fuera de el. Pero crucé un umbral del que no hubo retorno. Para un guía de pesca, una buena temporada significan no menos de 90 días en el río. Eso depende de lo que gane. Si son gringos se gana más. Pero más o menos eso. (Hay guías que meten 120 días o más) Luego de 90 días (condensados en 5 meses) haciendo lo que les conté, con seguidillas a veces de 20 días o más sin parar, y encima durmiendo poco, saliendo con frío, calor, lluvia, viento, y a veces compartiendo el río con algún 

"La tarea del guía, no es solo llevar al pescador, darle la mosca, decirle donde tirar, y esperar que el pescador haga el resto." 

Fotografías: familia Stout, Damonte Outfitters, Carla Gatti, The Old Viking, y propias.

 

 

 

 

 

VÍDEOS DE PESCA CON MOSCA

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